martes, 13 de abril de 2010

Carta para Maria

Adjunto a continuación una carta que escribí hace un tiempo.
Cariños,
Agus Brandolini

Por alguna extraña razón que desconozco, me lleva mucho tiempo poder escribirte. Pero encuentro el valor necesario para volver a hacerlo cada vez que entro al blog, donde tu papá te escribe con tanto amor...

No vengo a contarte gran cosa. Quiero que sepas que te extraño, nunca dejé de hacerlo. Te recuerdo todos los días Maru. Tu recuerdo me llena de alegría; tu sonrisa tímida, tu pelo cortito, tu menuda figura... todo me hace feliz, recordar todo eso me hace feliz.

Me puse de novia con un chico que te conocía, ¿sabías? No sé si sabe tanto de vos, pero te conocía lo suficiente como para llorar conmigo cada vez que te recordamos, cada vez que te busco y no puedo encontrarte acá... Siempre tuve la extravagante idea de que me lo pusiste vos en el camino… Si vos, la que se interesaba siempre tanto por mi vida sentimental, ahora me hacés un guiño desde allá alto y me pedís que lo cuide, que es de los que quedan pocos.

Te extraño.

No puedo dejar de cuestionarme cuánto tiempo faltará para que te vuelva a ver.

Una noche cuando las ansias me ganaban me visitaste en un sueño y me pediste que me quede tranquila, que faltaba mucho para que nos reencontremos y para que te reencuentres con el resto. Me hablaste con palabras dulces y me hiciste saber que eras feliz, que vos también nos extrañabas y que nos iba a encantar ese lugar que se hace llamar “cielo”. Habías crecido de golpe Maru... Seguías siendo chiquita y pelirroja pero ahora eras inmensamente sabia y emanabas solamente amor.

A veces me pregunto si tu visita fue real o si sencillamente todo es producto de mi imaginación. Prefiero quedarme con la primera opción.

Te quiero mucho.

Agus

domingo, 21 de febrero de 2010

19 años después



Este domingo 21 de febrero de 2010 me encuentra en Barcelona, Catalunya, donde comencé mis vacaciones. Hoy es el día que María hubiera cumplido 19 años. Unos años antes de su partida, cuando parecía que su vocación era el diseño de ropa, planeaba venir a esta hermosa ciudad para estudiar, y de paso estar un tiempo con sus tíos y primos que viven aquí. Pero después, unos meses antes de morir, decidió apuntar para el periodismo.
Mientras venía en un automóvil hacia la casa donde me hospedan con la habitual y generosa hospitalidad de los últimos tres años que he venido por estas tierras a orillas del mar Mediterráneo, pensaba cómo habría sido la vida de María si hubiera venido a estudiar acá. Hubiera visto esta ciudad tan variada, con las obras de Gaudí, Miró, Picasso… le hubiera encantado.
Cuando llegué a la casa, tomé las fotos de ella cuando era niña, que llevo siempre en mi portadocumentos, junto con las de Agustina, y las coloqué juntas (podés verlas abajo). Los “qué hubiera” se multiplicaron. Pero cuando comienza ese proceso lógico e inevitable de ucronías, siempre me pasa algo en este casi año y medio luego de su partida, y me volvió a pasar hoy: siento la voz de María diciéndome que no me devane más los sesos y no me entristezca, porque ella ahora está mejor, haciendo lo que quiere, pintando, diseñando, creando, en el cielo con Dios y por la eternidad. Esa esperanza, que nace de la gracia de Dios, es la que me sostiene cada día.

César Dergarabedian