domingo, 21 de febrero de 2010

19 años después



Este domingo 21 de febrero de 2010 me encuentra en Barcelona, Catalunya, donde comencé mis vacaciones. Hoy es el día que María hubiera cumplido 19 años. Unos años antes de su partida, cuando parecía que su vocación era el diseño de ropa, planeaba venir a esta hermosa ciudad para estudiar, y de paso estar un tiempo con sus tíos y primos que viven aquí. Pero después, unos meses antes de morir, decidió apuntar para el periodismo.
Mientras venía en un automóvil hacia la casa donde me hospedan con la habitual y generosa hospitalidad de los últimos tres años que he venido por estas tierras a orillas del mar Mediterráneo, pensaba cómo habría sido la vida de María si hubiera venido a estudiar acá. Hubiera visto esta ciudad tan variada, con las obras de Gaudí, Miró, Picasso… le hubiera encantado.
Cuando llegué a la casa, tomé las fotos de ella cuando era niña, que llevo siempre en mi portadocumentos, junto con las de Agustina, y las coloqué juntas (podés verlas abajo). Los “qué hubiera” se multiplicaron. Pero cuando comienza ese proceso lógico e inevitable de ucronías, siempre me pasa algo en este casi año y medio luego de su partida, y me volvió a pasar hoy: siento la voz de María diciéndome que no me devane más los sesos y no me entristezca, porque ella ahora está mejor, haciendo lo que quiere, pintando, diseñando, creando, en el cielo con Dios y por la eternidad. Esa esperanza, que nace de la gracia de Dios, es la que me sostiene cada día.

César Dergarabedian